Varado
Viajar en autobús desde Memphis, Tennessee, hasta Saint Louis, Missouri, en los Estados Unidos, lleva habitualmente unas seis horas… a menos que el chofer te deje varado en una gasolinera. Esto les sucedió a 45 pasajeros que esperaron 8 horas durante la noche hasta que llegó otro conductor para reemplazar al que los había abandonado. Sin duda, estarían frustrados por el retraso, ansiosos por saber qué sucedería e impacientes para que los rescataran.
Un canto para recordar
Me encantó recibir de regalo por correo un CD de música aplicada a las Escrituras. Después de escucharlo varias veces, algunas de las melodías me quedaron grabadas en la memoria. Al poco tiempo, podía cantar las palabras de un par de versículos de los Salmos, sin ayuda de la grabación.
Corregir los errores
Era un día perfecto para nuestra venta de garaje… cálido y radiante. La gente hurgaba entre la ropa, los libros y la vajilla de diversos diseños. Observé a una mujer que miraba un collar de cuentas blancas. A los pocos minutos, el adorno desapareció junto con su admiradora. La localicé en la calle, corrí hasta el borde de la acera y encontré el collar en su mano. Cuando nos enfrentamos, sabiendo ambas lo que había sucedido, ofreció pagar por lo que había robado.
Ayuda generosa
Un hombre que no tiene dónde vivir pasa tiempo en nuestra biblioteca local. Una tarde, mientras yo estaba escribiendo allí, me tomé un receso para almorzar. Después de terminar la primera mitad de un emparedado de pavo y queso suizo, me vino a la mente la cara de este hombre. Minutos después, le ofrecí la mitad de mi almuerzo, que no había tocado, y la aceptó.
Cuando entra el temor
Cuando mi hija gritó: «¡Mamá, un bicho!», miré hacia donde señalaba y vi la araña más grande que he visto fuera de una tienda de mascotas. Tanto la araña como yo sabíamos que no le permitiría quedarse en nuestra casa. Sin embargo, cuando la enfrenté, descubrí que no podía dar ni un paso para poner fin a la confrontación. Se me aceleró el pulso, tragué saliva y me dije algunas palabras de aliento. Aun así, el miedo hizo que no pudiera moverme ni un centímetro.
Permanecer firme
Mientras esperaba para girar a la derecha en un cruce muy transitado, apareció una ambulancia en la cima de una colina, a toda velocidad y en la misma dirección que yo. Alguien tocó la bocina desde atrás para que yo avanzara. Sabía que la ambulancia no se detendría y que, si giraba, podría ocurrir un desastre. Así que, mantuve el pie en el freno y me quedé donde estaba.
Día de cosecha
Una tarde de otoño, conducía mi automóvil junto a un campo donde un granjero había estacionado al costado del camino unas máquinas enormes. Un cartel amarillo advertía: «Cosecha en proceso». Al echar un vistazo hacia el campo, supe de inmediato qué había plantado el granjero unos meses antes: pequeñas semillas de trigo. Me di cuenta porque estaba preparándose para recorrer con sus cosechadoras aquella superficie cubierta de espigas maduras.
La verdad en un taxi
Un día, cuando estaba en el centro de Chicago, tomé un taxi. Cuando subí, observé varias propagandas de un gurú de la Nueva Era pegadas en el asiento delante de mí. El chofer declaró que este místico era el «enviado divino» para nuestra época. Creía que Dios había designado diversos líderes a través de las edades, y que Jesús había sido simplemente el elegido para su generación.
Unidad familiar
Con mi esposo y mis hijos, tenemos una tradición que nos divierte. Sucede cuando estamos en casa y alguno exclama: «¡abrazo familiar!». Nuestro lugar de encuentro suele ser la cocina, donde yo abrazo a los niños y mi esposo extiende los brazos para abrazarnos a todos. Es nuestra manera de expresar amor y de disfrutar de un breve momento de comunión familiar.
Una imagen de Él
Un día, mi hijo le quitó el capuchón a un marcador anaranjado y dibujó a su padre. La interpretación del niño mostraba ojos, una nariz y una boca, todo dentro de un círculo encima de dos palos largos (él me informó que eso eran las piernas). Aunque mi pequeño recibió una buena calificación por el esfuerzo, su imagen no mostraba ningún rasgo que tan siquiera reflejara algún parecido con mi esposo: ojos azules, una sonrisa confiada y un cabello salpicado de canas.